by Ana Espinal
La vida del país se enmarca en el antes y el después de su desaparición. Al recientemente celebrarse un aniversario más de la muerte de General Rafael Leonidas Trujillo, viene a mi mente el titulo del libro de Gabriel García Márquez, “Vivir para contarla”, que no tiene que ver nada con lo que comento acerca de la vida y obra de Rafael Leonidas Trujillo, en este artículo.
Sino por el hecho, que para la nueva generación, no vivimos para contar esta época. En cambio nuestros padres y abuelos nos dicen una y otra vez, que la delincuencia de nuestro país, se reduciría no por completo pero si bastante, si volviera a nacer uno igual a Trujillo.
Se cumplen cuarenta seis años tras su muerte a balazos en la carretera Santo Domingo- San
Cristóbal, el carro en el que viajaba el generalísimo es ametrallado, en medio de una emboscada en la carretera recibiendo más de 60 impactos de balas de diversos calibres, de los cuales 7 penetraron su cuerpo causándole la muerte; su chofer Zacarías de la Cruz recibió varios impactos pero no perdió la vida en ese momento.
Existen varios motivos por los cuales numerosos hombres y mujeres dominicanos lucharon tenazmente en contra de la tiranía trujillista. Este desde que se posesionó en el poder político se embistió contra los anteriores sectores de poder, su propósito no era de corte nacionalista como algunos piensan, sino era el de convertirse junto a los que lo rodeaban en el grupo de mayor poder económico prácticamente en los dueños del país.
Estos acudían al engaño, al robo, soborno y al asesinato de todo aquel que pudiera interferir en su desfrenada carrera de poder y ambición. bajo tal realidad, el bienestar que creyeron alcanzar las clases medias con Trujillo no fue logrado, pues el tirano prontamente comenzó a someter a todos los sectores sociales nacionales mediante el establecimiento de un régimen oprobio y crimen que estranguló económicamente al país, adueñándose de todo cuanto pudo.
Entre las cosas positivas que pueden mencionarse en relación con el régimen de Trujillo cabe destacar el balance del presupuesto de la nación y su crecimiento continuado, la liberalización del control norteamericano de las aduanas, el pago de la deuda externa e interna.
También debe mencionarse cierto desarrollo urbano. La ciudad capital fue reconstruida tras el devastador paso de un feroz huracán llamado San Zenón que prácticamente la destruyó. Se construyeron y repararon carreteras, se levantaron puentes, se edificó el aeropuerto en Santo Domingo. El dictador fomentó las relaciones diplomáticas y económicas con Estados Unidos, pero, con frecuencia, se alejó con su política de los demás países latinoamericanos.
La dictadura trujillista no sólo despojo al país de sus riquezas, al campesino de sus tierras, a empresarios de sus industrias, sino incluso de los valores morales de una parte de la sociedad dominicana, sustituyéndolos por las nefastas practicas de la corrupción y por la degeneración del propio ser humano que lamentablemente caló tan profundo en algunos de nuestro conciudadanos y políticos en particular.
Entonces dicen que todo el que sube al palo, se lleva mas de lo que debe. Entonces me cuestiono, ¿en verdad en la actualidad necesitamos un Trujillo una vez mas, o seguimos jugando entonces a la democracia para ver que tal nos va?….
Etiquetas: FUERA DE CORO
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